No Walls, No Limits by Héctor

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Por Héctor Ledezma

El pegging, es una práctica donde se da un intercambio de roles, es decir, la mujer es quien toma el papel activo en la relación sexual. En este práctica no hay reglas más allá de las que la pareja marque. La idea principal es que no sea el hombre el que penetre, sino que sea el penetrado, que ella sea la que tome las riendas en una situación de igualdad sexual.

El pegging, de acuerdo con educasexo.com, es una experiencia innovadora, que busca salir de la rutina, agregar placer y éxtasis, y enriquecer la vida sexual y de pareja.

La sexóloga Alessia Di Bari señala que esta práctica es más popular de lo que se cree, «cada vez más parejas heterosexuales se están dando permiso de experimentar y explorar su propia sexualidad y la de su pareja.»

Sin embargo, es cierto que muchos hombres heterosexuales reprimen esta y otros juegos sexuales similares, pues sienten que todo lo que tenga que ver con el ano es cosa de homosexuales, «esto es erróneo pero ellos así lo creen», menciona Di Bari.

Cabe mencionar, que existe la posibilidad que a personas bisexuales, al tener una visión más amplia de su sexualidad les haga menos ruido una práctica como el intercambio de roles, pero es importante aclarar que es una cuestión de gustos y no de preferencias.

Pegging ¿sí o no?

El pegging, también llamado Bend over boyfriend, no tiene más beneficios o perjuicios que otras experiencias; como toda actividad sexual será buena, mala, recomendable o no, siempre que la pareja esté dispuesta a probarla y decidan cómo la disfrutan.

La idea de un intercambio de roles, de entrada, es un juego muy erótico, sobre todo, divertido. En él, ellos podrán experimentar un poco la parte receptora, además de sentir el placer del punto P; ellas, por su lado, podrán tomar un papel más activo, donde darán más placer, ya que están acostumbradas a recibir.

Si deciden realizar el pegging, es importante que haya mucha comunicación, antes y durante la relación, «que se digan si les gusta o si regresan al inicio. Se debe tener cuidado de estimular adecuadamente el esfínter anal para no lastimarse. Les aconsejo comenzar despacio, con un dedo, luego dos, después un plug anal», recomienda la sexóloga.

Si al final se desea, pueden usar un arnés con un vibrador, este juguete sexual es un cinturón que es de cuero o látex, se sujeta a la cintura y se le acomoda un dildo o vibrador si es que no lo incluye, se venden en cualquier sexshop.

El sitio confidencial.com, destaca que el placer que se obtiene es infinito, de acuerdo a parejas que lo han probado; además, el hecho de ir por un juguete es algo ya interesante, donde ellas suelen elegir el color del dildo y ellos el grosor.

Lo importante del pegging es hacerlo con total consentimiento y ganas, dejar claro que el hombre está siendo penetrado por una mujer, lo que para nada lo convierte en homosexual, simplemente «está experimentando nuevos horizontes sexuales».

Por Héctor Ledezma

En sexualidad y particularmente en lo referente a relaciones sexuales, hay diversas prácticas que van desde la forma de tener relaciones, hasta los lugares donde se realizan. Muchas de esas prácticas son derivaciones de otras.

Tal es el caso del dogging, que consiste en tener relaciones sexuales en lugares públicos. Existe el llamado cruising, que es el salir a la calle en busca de encuentros sexuales, ésta es realizada por hombres y mujeres, tanto heterosexuales como homosexuales y su atractivo es la variedad y novedad en las relaciones.

La diferencia entre estas dos actividades sexuales es que el dogging generalmente se realiza con una pareja estable y el cruising ocurre con desconocidos y jamás se repite pareja sexual; difiere de la prostitución pues no hay dinero de por medio.

Derivada del cruising, el cottaging, es una actividad sexual anónima en baños públicos y se realiza entre hombres: En ocaciones el baño es el punto de encuentro para relaciones sexuales en otro lugar.

El nombre cottaging viene del argot británico, ya que un «cottage» es una casa de tipo rural y en este contexto se refiere a los baños públicos que tienen esa apariencia. Aunque el nombre ya se ha generalizado, en Estados Unidos se le conoce como tea-rooms (salones de té).

Laud Humphreys, de acuerdo con el sitio soitu.es, investigó el fenómeno asociado a hombres homosexuales y heterosexuales, la mayoría de éstos últimos casados, que buscaban el sexo ocasional y anónimo. La práctica es sencilla, hay un contacto visual, saludos sutiles, en los que uno inicia y el otro continúa.

En 1970 Humphreys publicó los resultados de un trabajo de investigación, donde el cottagging se realizaba en lugares concurridos, como estaciones de tren, de autobuses, aeropuertos. Generalmente donde no hacen falta más de 15 minutos para la actividad.

El sexólogo del Imesex, César Pérez comenta:

«Nos encontramos ante una práctica, como hay muchas, para satisfacer deseos y fantasías, pero también a una actividad que puede generar ruido en muchas personas, sobre todo heterosexuales, porque al ser una práctica entre hombres es mal vista, y esto va más allá».

Es una actividad entre varones, los cuales pueden ser homosexuales o heterosexuales, la duda radica en que un hombre casado asumido como heterosexual que tenga este tipo de práctica, es visto como un homosexual reprimido. Esto no siempre es así, enfatizó el especialista.

«Dentro de las prácticas sexuales está la que llamamos HSH (Hombres que tienen Sexo con Hombres), que no es una orientación o preferencia sexual; sino que consiste en que hombres heterosexuales o que vulgarmente se conocen como «heteroflexibles», gustan de tener relaciones con otros hombres sin que haya un afecto de por medio, es decir, es sólo placer sexual.

Esto además se da mucho en lugares donde no hay acceso a sexo heterosexual constante, como las cárceles, hospitales psiquiátricos, el ejército», dice Pérez.

No se puede generalizar en una actividad como el cottaging, que sea exclusiva de homosexuales, pues dentro de las preferencias u orientaciones sexuales, tanto los seres heterosexuales como homosexuales presenten variantes, como lo explica el Modelo de la Preferencia Genérica.

Entre la infidelidad y las infecciones

El estudio de Laud Humphreys, mencionado anteriormente, asegura que el cottaging suele realizarse por hombres casados que cuentan con compromisos familiares y profesionales. Lo impersonal de la situación les facilita mantener distancia emocional, y que incluso se puede experimentar un intenso orgasmo sin un gran esfuerzo, lo que le da a la actividad una atracción extra.

Por tal motivo, un hombre que tenga una relación de pareja con otra persona y que practique esta actividad puede enfrentarse a Infecciones de Transmisión Sexual y la infidelidad.

«Lo ideal, como en toda práctica que no sea con una pareja estable, es usar condón y con esto evitar las infecciones, pues al ser con desconocidos no sabes si tienen alguna o no; si te proteges no existe riesgo de infección, y evitas el pasar alguna a otras personas.

Por otro lado, está la parte emocional y lo referente a la infidelidad, que denominamos como la falta de cumplimiento de exclusividad entre las parejas, ya sean casadas, en relación de noviazgo o unión libre, donde se incluye la pertenencia sexual además de sentimental».

El cottaging es una actividad no permitida en México, pues afecta a las buenas costumbres; ni el dogging, ni el cruising son actividades que puedan hacerse libremente. Las personas que lo realiza van creando sus puntos de encuentro de forma clandestina, lo que hace que este tipo de actividades sean practicadas sin que se sepa mucho de ellas.

El sexólogo César Pérez nos explica el llamado «Modelo de la Preferencia Genérica» de Kinsey y que fue modificado por el Dr. Juan Luis Álvarez Gayou. Dicho modelo incluye las tres preferencias y dice en cuál se está:

«Cada preferencia tiene variantes, no es sólo decir soy hombre heterosexual y me gustan las mujeres, o soy hombre homosexual y me gustan los hombres; se hacen unas preguntas que arrojarán como resultado tu preferencia; es importante señalar que para definirse no hace falta tener una experiencia sexual, pues muchos desde niños saben qué les atrae.»

El modelo presenta tres variantes que explicaremos brevemente:

Fundamentalmente heterosexual: En el caso de los hombres sería como decir «Soy hombre y no reconozco la belleza en otros hombres»; en el caso de las mujeres sería a la inversa.

Básicamente heterosexual
: (En el caso de los hombres) «Soy hombre y puedo reconocer la belleza en otros hombres»; en el caso de las mujeres sería a la inversa.

Preferentemente heterosexual: (En el caso de las mujeres) «Soy mujer, me gustan los hombres y tal vez tenga o haya tenido una relación sexual o fantasía con alguna mujer»; (en el caso de los hombres sería a la inversa).

En el apartado homosexual es lo mismo, pero intercambiando la preferencia:

Fundamentalmente homosexual
: (En el caso de los hombres) «Soy homosexual, me gustan los hombres y no reconozco la belleza en las mujeres»; en el caso de las mujeres sería a la inversa.

Básicamente homosexual: (En el caso de los hombres) «Soy hombre homosexual, me gustan los hombres y puedo reconocer la belleza en las mujeres»; en el caso de las mujeres sería a la inversa.

Preferentemente homosexual
: (En el caso de las mujeres) «Soy mujer, me gustan las mujeres y tal vez tenga o haya tenido una relación sexual o fantasía con algún hombre»; en el caso de los hombres sería a la inversa.

En el caso bisexual, se checa primero el lado heterosexual y después el homosexual; puede que no se haya tenido práctica sexual, pero sí fantaseado. Se responde con el NP (no practico), OF (onírico fantaseoso), PA (practicante asumido).

En el apartado heterosexual se ven las posibles variantes, lo cual indica que aún teniendo una experiencia de tipo homosexual se mantiene la preferencia, lo que no significa que sea algo recurrente. Hay estudios que dicen que mínimo se tiene una vez en la vida una experiencia homosexual, que puede ser por experimentar, juego, necesidad, entre otras cosas.

Si quieres saber un poco más o contestar un pequeño cuestionario que te ayude a aclarar dudas entra a http://www.echate.com/esexo/guia/sex8.shtml

Es importante señalar que cuando se tengan dudas, se acuda a una terapia o con especialistas; con este modelo se puede saber dónde se está, pues a veces un hombre o una mujer responden a una caricia o un abrazo de personas de su mismo sexo y se alarman, pues creen que eso los convierte en homosexuales.

Cada caso es único, no podemos generalizar, cada persona ha tenido experiencias que lo han llevado a determinadas dudas. Una persona bisexual es socialmente mal vista, pues se nos enseña que la vida está hecha para los heterosexuales.

Cabe destacar que una persona bisexual puede vivir perfectamente con la persona de su elección; si es hombre puede formar una familia con una mujer, pero eso no significa que deje de lado su gusto por los hombres. Y hay que dejar en claro que bisexual no es sinónimo de infiel, puedes estar con un hombre o con una mujer, pero no con los dos.

En caso de tener algún «episodio» de tipo homosexual, el sexólogo recomienda que si eso los hace dudar, lo trabajen y lo clarifiquen, pues puede ser indicio de que no se esté yendo por el camino deseado. Hay que asumirse «esto permitirá poder tener un proyecto de vida».

Por Héctor Ledezma


Es una preferencia que genera muchos mitos y prejuicios, pues se cree que es estar indeciso y no saber “cuál bando elegir”

La naturaleza es sabia, eso dicen muchos cuando justifican algo, cuando prefieren evitarse explicaciones, pues «por algo pasan las cosas». En la sexualidad es algo similar, hay hombres y mujeres, «así debe de ser, pues las personas están hechas para procrear». Por eso, cuando sabemos que hay otras preferencias, hay quien pone el grito en el cielo y rechaza tajante otra posibilidad.

El tema de la bisexualidad es acompañado de numerosos mitos, aún más que la homosexualidad, aunque poco a poco cobra aceptación. No es nuevo hablar de bisexualidad, pero es cierto que hay pocos estudios acerca de ella. Freud plantea que todas las personas son bisexuales por naturaleza y que conforme pasa el tiempo se vuelven homosexuales o heterosexuales; dicha postura puede tener algo de cierto, pero también errores.

César Pérez, sexólogo y psicoterapeuta del Imesex comenta:

«La bisexualidad es una de las tres preferencias u orientaciones sexuales que tienen las personas; es la mayor atracción afectiva y erótica; la primera porque hay cariño, amor, ternura y la segunda porque lleva sensaciones placenteras o erotización. Por lo tanto, la bisexualidad es la preferencia que incluye el gusto por los dos sexos, masculino y femenino.»

Errores de la bisexualidad

Es mal vista a los ojos de muchos; la desinformación y la incapacidad o ganas de poder entender a las personas bisexuales es la causa del estigma que se le da, de la discriminación y de la no aceptación.

Hay muchos mitos o creencias alrededor de la bisexualidad, por ejemplo:

Se cree que los bisexuales son personas no definidas, que están en esa preferencia porque no saben si les gustan los hombres o las mujeres; también que son homosexuales reprimidos y que temen aceptarse; que si alguien se cree bisexual debe decidirse, además de que el tener relaciones sexuales es la forma correcta para escoger.

«Todo eso es mentira, las personas bisexuales pueden comprometerse con uno u otro sexo, la mayoría van por etapas, andan con chavos y después con chavas. Puede ser complicado para una persona asumirse, pues si se da cuenta que tiene atracción por alguien de su mismo sexo, se puede asumir como homosexual, aunque a veces prueban y entonces se dan cuenta que les gustan los dos.»

Bisexualidad y VIH

Un mito muy importante es el que une a la bisexualidad con el VIH, pues se malinterpreta la información y entonces se cree que la bisexualidad es una causa de las infecciones de VIH. Se mencionan a los migrantes, por citar un ejemplo, pues se dice que al irse se infectan y al regreso contagian a sus parejas.

«Muchos van a otro país, en este caso a Estados Unidos, muchos son hombres que van con otros hombres; es complicado por las condiciones en las que se van, encontrar mujeres, por lo que satisfacen sus necesidades eróticas y/o sexuales con otros hombres, lo que no es hablar de una preferencia bisexual, pues no se considera así si no existe una relación afectiva; puede que eso lo descubra, pero no se generaliza, pues muchos hombres tienen experiencias homosexuales y satisfacen sólo la necesidad sexual».

El punto está en la protección; si no te proteges, las posibilidades de contagio, no sólo de VIH sino de otras enfermedades, son altas; aún cuando se tengan relaciones sexuales con mujeres (si eres hombre), puedes contagiarte y por lo tanto infectar a tu pareja.

Por Héctor Ledezma

Homofobia

Homofobia

Declararse homosexual es algo más allá de una difícil decisión, no sólo de asumirse a sí mismo, sino de luchar contra la corriente. La homofobia ha cobrado las vidas de muchos homosexuales por la intolerancia y por considerarlos “diferentes”

Los actos discriminatorios hacia diversos grupos sociales están a la orden del día, pero son los de preferencia sexual los que llaman la atención por el auge del “destape” de personas homosexuales, sólo que mientras más apertura hay, la homofobia se evidencia más.

En su edición 2001, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua incluyó, por primera vez, la palabra homofobia y la define como “aversión obsesiva hacia las personas homosexuales”. En pocas palabras es el miedo-rechazo consciente o inconsciente hacia conductas o acciones consideradas homosexuales.

Una persona homófoba siente temor, enojo, odio y/o repulsión cuando observa actitudes o conductas femeninas en los hombres o masculinas en las mujeres. Estos sentimientos pueden manifestarse a través de la burla, la agresión verbal o física y hasta el asesinato.

En la sociedad mexicana es común estereotipar a las personas homosexuales, desde programas en televisión hasta chistes de mal gusto; incluso el hecho de contemplarlas como un grupo aparte de los demás es ya, desde mi punto de vista, una discriminación, puesto que siempre se toman como otro grupo social, siendo que tienen las mismas características físicas y derechos que los considerados normales.

La homofobia cobra otro sentido cuando hablamos de que el hecho de sentir “diferentes” a las personas homosexuales deriva en actos que sobrepasan lo tolerante. De acuerdo con Amnistía Internacional, existen 70 naciones que aún los persiguen como delincuentes. Muchas de ellas imponen penas de cárcel. Se calcula que en el mundo cada dos días es asesinado un homosexual. Cifras de la Cámara de Diputados de México indican que, entre 2002 y 2007, murieron mil personas con el mismo móvil.

De 1995 a 2004 se reportaron 332 ejecuciones contra personas homosexuales; de ellas 317 eran varones y 15 mujeres. En la actualidad se reportan tres crímenes mensuales por homofobia. (Fuente: Conapred).

Las cifras son de alarmarse, muchos de estos casos no se esclarecen nunca, hay otros que ni siquiera están dentro de los números. Nadie debe ser juzgado de esa manera por una preferencia sexual, a fin de cuentas cada uno decide lo que hace con su vida, cómo la lleva a cabo y cómo la muestra ante los demás.

Con el paso del tiempo parecía que la apertura hacia las conductas homosexuales estaba hecha, sin embargo, este hecho sólo arrojó más casos de homofobia; cabe destacar que al ser considerada parte de las fobias, muchas veces no es un problema que cause gusto a quien lo padece, pues las fobias son aprendidas y no necesariamente se controlan.

El 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia, dicho día se conmemora que en 1990 la OMS (Organización Mundial de la Salud) eliminó a la homosexualidad de su lista de enfermedades.

Algunos actos considerados discriminatorios son:

Incitar al odio, la violencia, el rechazo, la burla, la difamación, la injuria, la persecución o la exclusión.
Maltratar física o psicológicamente por la apariencia física, forma de vestir, hablar o por asumir públicamente una preferencia sexual.
Prohibir la libre elección de empleo o restringir las oportunidades de acceso, permanencia o ascenso en el mismo
Restringir el acceso a la seguridad social y sus beneficios.

Para mayor información:

Democracia y Sexualidad. En la Ciudad de México: 5524-9496 y 5534-2600. http://www.demysex@demysex.org.mx

Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación: 5203-3355 y 01 800 543 0033. http://www.conapred.org.mx

El punto G es un enigma, causa de mitos y hasta de problemas por no saber a fondo qué es y sobre todo por creer que sólo mediante él se obtienen múltiples orgasmos. El punto P es su equivalente masculino, pero del que casi no se habla

La sexualidad esconde muchos mitos, muchos de los cuales carecen de respuestas; algunos buscan unas cuantas, creen lo que se les antoja y a veces hasta ponen en riesgo su relación y la misma sexualidad. No hay mejor cosa que conocer y experimentar, pues nadie aprende en cabeza ajena.

Las relaciones sexuales se miden muchas veces en orgasmos, si los hay, entonces fue satisfactoria, si no, todo lo contrario; es sabido que de un buen entendimiento sexual depende muchas veces la estabilidad de una relación, y si no existe, simplemente es una buena forma de experimentar y vivir la sexualidad plenamente.

Desde tiempos remotos, las mujeres han sido relegadas a segundo término, pues en muchas culturas han sido desde siempre meras hacedoras de hijos, lo que ha limitado su sexualidad, por lo que aventarse a conocerse, explorarse y disfrutarse es complicado.

Sabemos que las mujeres pueden experimentar múltiples orgasmos, y existe un punto de su cuerpo que se relaciona con esto, el mítico punto G. César Pérez, sexólogo y terapeuta nos comenta:

«Es una glándula que se localiza en la parte superior de la vagina, imaginemos que es un reloj, el punto G se encuentra entre las 11 y la 1, o sea, entre el hueso púbico y el cuello uterino.»

«Recibe su nombre de su descubridor, Ernst Gräfenberg, y el punto G se relaciona con la eyaculación femenina y los multirorgasmos, sin embargo, es importante decir que aún si no se conoce o se llega a él, se puede disfrutar de una relación sexual con orgasmos.»

Es sumamente sensible porque está rodeado de terminaciones nerviosas y la mejor manera de estimularlo es insertar uno o dos dedos algo doblados hacia arriba, o bien con una penetración por detrás durante el acto sexual.

Llegar al punto G no es tarea fácil, hay mujeres que se atreven a buscarlo y no lo encuentran, por lo que se aumenta el mito sobre si realmente existe, pero también hay quienes aseguran conocerlo y afirman que lo disfrutan más.

Está la sombra del miedo y el tabú, pues muchas mujeres no viven su sexualidad plenamente, no se tocan, no se exploran y no identifican lo que les gusta y lo que no. «El enigmático punto G, no cambia con la edad, ni el tiempo, y siempre se recomienda aventarse, y si se tiene pareja, jugar, vivir, y disfrutar del sexo.»

¿Y los hombres?

Si el punto G es enigmático, el punto P (equivalente masculino) es lo que le sigue; no es otro que la próstata, órgano masculino del tamaño de una nuez que produce entre otras cosas, el semen.

Su controversia se debe a que la única forma de llegar al punto P es mediante el ano, por lo que muchos hombres al relacionarlo con los hombres homosexuales se rehúsan a satisfacer y conocer ese punto, pues no pueden perder ni un gramo de masculinidad.

No sólo en hombres heterosexuales existe ese prejuicio, ya que a pesar de que en las relaciones homosexuales el sexo anal es muy importante, los llamados «activos» que son los que penetran, se niegan a esta actividad y con ello el conocer el punto P.

Muchos de los mitos y miedos vienen por cuestiones culturales y sociales, donde el hombre siempre es el que da y no recibe. Es difícil imaginar que puedan siquiera tocarse con el fin de estimular la próstata. Pero a diferencia del punto G, está comprobado que el punto P es causante de una mayor excitación, orgasmos más intensos y una eyaculación más potente.

Aún con ello, hay parejas heterosexuales que se animan a incluir entre sus prácticas sexuales la satisfacción masculina a través del punto P, pero para ello se necesita mucha madurez, confianza y, ¿por qué no?, una terapia para aprender y comprender que el estimular el punto P no convierte a los hombres en homosexuales: «Hay que basarse en la parte fisiológica, pues es placentero, las parejas que se animan son pocas; otras, se asustan, pero los que lo hacen no pueden negar la satisfacción».

Cada uno decide cómo vive su sexualidad, cómo experimenta y cómo la disfruta. Buscar, encontrar y estimular tanto el punto G como el P depende de la persona, de su madurez y sus propios prejuicios.

Porque hasta en la madre patria hay problemas con eso del punto G.


ÉSTE ES HÉCTOR LEDEZMA…CONÓCEME

Twitter: @natheleo

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Periodista y comunicólogo, editor, amante del tenis, de la vida, de la sexualidad como parte inherente al ser humano.

Comencé mi carrera en El Universal, en el sitio para jóvenes tva.com.mx, posteriormente llamado De10.mx donde fui redactor de sexualidad, además de reportero.

Coeditor en el sitio hiperlocal El Universal Del Valle, y en El Universal Estado de México.

Actualmente columnista de sexualidad y editor en el Semanario Hoy Valle de México del Estado de México.

Me gusta el teatro, el cine, la televisión, los espectáculos en general, por ello soy bloguero en Del Cielo a la Tierra

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