No Walls, No Limits by Héctor

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Mentir es inherente al ser humano, casi inevitable. No importa el fin, puede salvarnos de una o meternos en muchas

“Se me hizo tarde”, “tuve un problema familiar”, “se me atravesó algo importante”, “se me acabó el saldo del cel”, “el metro se descompuso”, “había mucho tráfico”, “juro que te marqué, pero no entró la llamada”, “te juro que sólo somos amigos”, “¡no soy celos@!”, “no eres tú, soy yo”. Bueno, la lista podría ser interminable, pero éstas son algunas de las mentiras que más decimos.

Las mentiras se vuelven parte de nuestra personalidad, siempre se tiene la necesidad de decir una, “piadosa” o no. Y es que a pesar de que desde niños nos dicen que es malo, si vemos que la primera vez funciona, ¿por qué no hacerlo más veces?

Parece ser un problema del que no nos ocupamos y los que dicen mentiras repetidamente saben que las clásicas se agotan y hay que ser más creativos a la hora de inventar otras.

Para entender un poco nuestra “imperiosa” necesidad de mentir, tva.com.mx se acercó a la psicóloga Beatriz Espinosa. La especialista nos comentó que “se miente para justificar alguna falta y/o para obtener algo que nos beneficie, dicho impulso del beneficio propio puede controlarse, pero no cuando se vuelve patológico y el mentiroso vive de sus mentiras todo el tiempo”.

El llamado “mentiroso patológico” se muestra sincero a la hora de mentir por lo que es difícil descubrirlo y cuando cae en alguna contradicción, cambia la historia por una igual o mejor. No muestra emociones y eso complica identificar si lo que dice es verdad o mentira.

“Se vuelve costumbre cuando el resultado de las mentiras conlleva a obtener algo positivo para su persona, sin embargo, cuando la mentira no resulta puede no sólo dañar la reputación de quien la hace, sino de otros involucrados.”

Todos sabemos que las mentiras a veces pueden resultar muy bien e incluso sin malicia, pero cuando se llegan a decir algunas “más fuertes” y en las que se involucren a más personas, entonces el riesgo es mayor y ni qué decir de las consecuencias si se es descubierto.

A decir de la psicóloga, las mentiras pueden ser causadas por “el entorno, la desintegración familiar, problemas de autoestima, falta de habilidades sociales; la gente llama la atención y recurre a la mentira para lograrlo”.

A pesar de que no es nada bueno, ni recomendable, mentir, la experta nos hace notar que “existen mentiras ‘válidas’ siempre y cuando no afecten a otras personas, por ejemplo: te levantaste tarde y para que tu jefe no te regañe le dices que había mucho tráfico a diferencia de hablar mal de alguien con el fin obtener algún beneficio para ti”.

Las mentiras favoritas

Jesús: “Creo que a veces es necesario decir una mentira. La que más digo es que se me descompuso el coche y que por eso se me hizo tarde”.

Ariel: “He mentido algunas veces, principalmente para zafarme de algunas cosas o porque no quiero salir con alguien. Me he arrepentido de algunas, pero prefiero callármelas, aunque algunas han fallado, sobre todo con mi familia”.

Mónica: “El mentir no es tan favorable para las otras personas como para mí, depende de la mentira y la situación. La razón de mentir es la cobardía de no enfrentar las cosas como son. La que más digo es que no tengo tiempo”.

Raúl: “Se miente cuando queremos obtener algo, para salvar el pellejo o para salvar a alguien más. Sí, me he arrepentido de algunas, pero pocas veces. Una vez dije que trabajaba en la Cámara de Diputados para ligarme a una chica de Derecho, quien por cierto me bateó”.

En este ánimo

Las mentiras más comunes son las que se dicen en el trabajo, la escuela o con la pareja. Siempre para justificar alguna falta, una llegada tarde, alguna cosa olvidada, buscar el perdón del novi@ o hasta para cortar con él o ella; lo cierto es que también algunas nos afectan más que otras, aunque no faltan las que pasan desapercibidas.

La diferencia entre los que mentimos es el fin y el bienestar emocional; se miente por conveniencia, vergüenza, interés, respeto o mera necesidad. También por desesperación o defensa, por simple gusto. Y el miedo parece ser lo que más nos mueve a mentir.

Mentir o no, sea cual sea el objetivo, debe hacerse con la conciencia de que en el proceso podemos dañar a alguien, pero sobre todo a nosotros mismos, perdiendo la credibilidad y confianza de los demás. Con lo anterior no niego que mentir es algo inherente a nosotros y hasta cierto punto inevitable, pero tampoco podemos negar que hay mentiras muy divertidas.

Tú, ¿cuál mentira es la que más dices?, ¿te han cachado?, ¿crees que es bueno o necesario mentir? O ¿cuál es aquella mentira que recuerdas hoy con mucha gracia?


ÉSTE ES HÉCTOR LEDEZMA…CONÓCEME

Twitter: @natheleo

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Periodista y comunicólogo, editor, amante del tenis, de la vida, de la sexualidad como parte inherente al ser humano.

Comencé mi carrera en El Universal, en el sitio para jóvenes tva.com.mx, posteriormente llamado De10.mx donde fui redactor de sexualidad, además de reportero.

Coeditor en el sitio hiperlocal El Universal Del Valle, y en El Universal Estado de México.

Actualmente columnista de sexualidad y editor en el Semanario Hoy Valle de México del Estado de México.

Me gusta el teatro, el cine, la televisión, los espectáculos en general, por ello soy bloguero en Del Cielo a la Tierra

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